Auditoría de Contratos en Vigor
¿En qué consiste?
El servicio de auditoría de Howden Singular, consiste en hacer un alto en el camino, y verificar que los contratos vigentes tienen las características que protegen mis necesidades y preocupaciones en relación con mi tipo de cotización, ingresos, espacio temporal a jubilación y riesgos asumidos como préstamos o cargas económicas. Su finalidad es la de evitar que, en caso de siniestro, la prestación contratada no vaya en línea con nuestras necesidades.
Hagamos las siguientes preguntas:
- ¿Conozco las prestaciones a las que tengo derecho en función a mi tipo de cotización?
- ¿Tienen estas contingencias plazos máximos?
- ¿He de cumplir algún requisito para acceder a las prestaciones económicas de la Seguridad Social, RETA o Mutua Alternativa?
- ¿Qué porcentaje de la economía familiar depende de mi capacidad de generar ingresos?
Es habitual experimentar una sensación de protección al realizar cualquier tipo de contratación, pero cuando NO va unida a un proceso de Consultoría previo, la experiencia nos ha demostrado que habitualmente el contrato suscrito no es lo que necesitamos.
Por ejemplo: El caso de una persona que lleva a cabo labores de Gerencia en una empresa, cotiza a máximos y necesita para cubrir los gastos de su vida privada 6.000€ al mes. Un dato importante: Aporta el 80% del ingreso a la unidad familiar.
Esta persona solicitó un crédito hipotecario para comprar la casa de sus sueños, una villa con una ubicación inigualable con piscina y barbacoa. Esta persona, habituada a trabajar con números, revisó pormenorizadamente las condiciones hipotecarias y consiguió una rebaja en el diferencial accediendo a las vinculaciones que consideró razonables, entre ellas, un contrato que, en caso de Fallecimiento o Invalidez Permanente Absoluta, dejaba sin deuda a su pareja e hijos. Total, le daba tranquilidad.
Dos años después, a consecuencia de un ictus, Seguridad Social le otorgó una Incapacidad Permanente Profesional, quedando con el 55% de su base reguladora, sin percibir ni un céntimo del contrato que le había “dado tranquilidad” y con unas obligaciones económicas muy por encima de sus nuevas posibilidades, ya que únicamente había contratado la Invalidez Permanente Absoluta. Amén de la sensación de engaño porque el contrato no había cumplido sus expectativas ante esta situación.
El contrato que suscribió no tenía porqué ser “malo”, pero esta persona necesitaba otro tipo de garantía con unos requisitos específicos para dar solución a un escenario como el que se dio un par de años después.